El estrés es un tema que siempre nos acompaña, pero al que le prestamos poca atención, porque lo consideramos como parte de nuestra vida cotidiana. Imaginemos un día normal de trabajo. Antes de pararnos ya estamos tensos porque no hemos dormido bien; después de pocas horas de sueño, nos levantamos muy de prisa, tras unos minutos de sonar el despertador; nos sentimos adoloridos; vamos sudando rumbo a nuestro trabajo; hay mucho tráfico, mucha gente, demasiado ruido; llegamos corriendo a checar la entrada, tarde, se nos pasaron nuestros minutos de tolerancia, y las presiones, tensiones y preocupaciones se siguen acumulando durante el transcurso del día.
Estrés laboral: consecuencias
La sintomatología derivada del estrés puede intensificarse y cronificarse si se mantiene a lo largo del tiempo. Es decir, si el estrés laboral no cesa y la exposición a este es prolongada, las señales o sintomatología temprana pueden derivar en la aparición de enfermedades o trastornos que deterioren la salud y bienestar de la persona trabajadora a largo plazo.
- Dimensión física: enfermedades cardiovasculares como hipertensión o arritmias, enfermedades de la piel como alopecia y dermatitis, problemas gastrointestinales como úlceras, lesiones musculares como contracturas y dolores crónicos, insomnio, alteraciones del sistema inmune y cefaleas y migrañas.
- Dimensión psicológica: desarrollo del síndrome de burnout, un trastorno depresivo, ansiedad, miedos y fobias, apatía, problemas de autoestima, bloqueos mentales, trastornos sexuales, labilidad o inestabilidad emocional, y en casos extremos trastornos de la personalidad o trastornos esquizofrénicos.
- Dimensión conductual: abuso de sustancias, aislamiento, deterioro de las relaciones sociales fuera del entorno laboral, conductas agresivas y hostiles, absentismo laboral, alteración en las conductas de alimentación y posible despido.
¿Cómo manejar el estrés laboral?
- Planificar el tiempo: una adecuada planificación y organización del tiempo puede reducir la presión y carga mental, ya que de esta forma no es necesario emplear energía y otros recursos en pensar qué se tiene que hacer a continuación. La planificación temporal es recomendable realizarla tanto en el ámbito laboral como en el día a día.
- Tener las responsabilidades definidas: la clarificación de responsabilidades y tareas ayuda en el manejo del estrés laboral. La incertidumbre sobre las funciones laborales es una de las causas más frecuentes de tensión y angustia en el trabajo. Por ello, saber qué se espera de ti, qué tareas debes realizar y cómo se deben realizar es otra de las estrategias para reducir el estrés laboral.
- Establecer límites: en relación al punto anterior, el conocimiento de las funciones y tareas favorece no aceptar más trabajo del que la persona es responsable. Esta fijación de límites previene la sobrecarga laboral. Asimismo, los límites deben fijarse entre la vida laboral y la personal, por lo que una persona no puede estar disponible 24 horas.
- Desarrollar hábitos saludables: otra de las estrategias para combatir el estrés laboral es mantener unas pautas de cuidado y salud. Entre los hábitos de autocuidado se encuentran la higiene del sueño, patrones de alimentación saludables, hacer ejercicio, evitar el consumo y abuso de sustancias como tabaco, café y alcohol, etc.
- Mantener apoyos: el establecimiento de redes de apoyo y sociales, tanto dentro como fuera del trabajo, contribuyen al mantenimiento del bienestar vital. Las relaciones positivas con las personas compañeras de trabajo favorecen un buen ambiente laboral, que es una factor protector del estrés. Asimismo, el mantenimiento de las relaciones sociales externas resultan gratificantes y fomentan la desconexión del trabajo.