Las secuelas psicológicas que está dejando la pandemia por COVID

La Covid-19 ha transformado la manera en la que vivimos. Tras el confinamiento, la forma en la que nos relacionaremos cambiará también de manera drástica.

En muchos casos, la enfermedad ha impactado de forma directa a personas cercanas, lo que se traducirá en una prevalencia mayor de los problemas relacionados con la salud mental.

En este sentido, nadie duda de la ‘huella’ psicológica y social que la pandemia dejará en la mayoría de la población.

Efectos psicológicos de la pandemia para la población

La declaración del estado de alarma, el confinamiento y las restricciones que se han sucedido después, han modificado drásticamente la vida de la población, lo que ha supuesto una amplia gama de impactos psicosociales.

No existen precedentes cercanos de pandemias como la actual, pero en epidemias como la del SARS-CoV-1 surgida en el sudeste asiático en 2003, las personas que se vieron afectadas por cuarentenas y otras medidas restrictivas, presentaron secuelas psicológicas meses después de haber sido controlada la infección.

De este modo, en el caso de la COVID-19 podrían persistir también las secuelas psicológicas una vez superada la pandemia.

Causas de los síntomas psicológicos:

Los principales motivos del aumento de los casos de ansiedad, depresión o estrés son diversos. Entre ellos destacan:

  • Duelo por pérdida de familiares o amigos
  • La incertidumbre económica y el desempleo
  • El confinamiento y las restricciones de movilidad

Personas más vulnerables

Entre las características de los individuos más expuestos a los efectos psicológicos negativos de la pandemia se encuentra el sexo femenino, ya que las mujeres son las que suelen tener ocupaciones con un mayor riesgo (trabajos en tiendas, supermercados, cuidados, atención sanitaria en primera línea, etc.).

También las personas jóvenes parecen mostrar más predisposición, por la mayor interferencia de la pandemia y sus restricciones en el estilo de vida y la sociabilidad, factores fundamentales en el desarrollo psicosocial en edades tempranas.

De igual modo, las personas que han perdido su trabajo o que han sufrido un mayor impacto económico debido a la pandemia también han tenido más predisposición a presentar síntomas psicológicos.

Finalmente, las personas mayores, especialmente durante el confinamiento, han vivido la soledad, la pérdida y el deterioro funcional.

Además, los mayores que vivían en residencias se han visto sometidos a un mayor riesgo y a más estrés, por la proliferación de brotes de la infección en estos centros.

De cara al futuro

Es importante poder establecer las medidas adecuadas para prevenir y minimizar las secuelas psicológicas causadas por la pandemia en el futuro.

Entre ellas, el sistema sanitario debería mejorar la atención a los grupos de más riesgo como mujeres, jóvenes y personas con problemas de salud.

También se debería llevar a cabo una mejor planificación y contar con los recursos humanos suficientes para aliviar la presión sobre los profesionales sanitarios.

En cuanto a las medidas individuales es recomendable conservar los aspectos positivos del día a día: descansar, mantener hábitos de vida saludables, la práctica de actividades de ocio y potenciar una mayor flexibilidad psicosocial o resiliencia.

En cualquier caso, es importante recurrir a la ayuda profesional cuando sea necesario.

Finalmente, disponer de una información objetiva y fiable sobre la pandemia se cuenta como un factor importante para minimizar los temores y las posibles secuelas psicológicas de la pandemia.

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