En estos últimos años hemos atravesado diversas emociones a causa de la primera, segunda e incluso tercera ola de Covid 19; ya estábamos experimentando ciertas emociones que no eran propias de nuestro día a día, o de nuestro carácter; y con el paso del tiempo aquel sentir se convirtió en una bomba de tiempo en donde nos vimos envueltos en una cuarta ola, pero en esta ocasión era una ola invisible que afectaba y afecta nuestra salud mental.
Al hablar sobre “la ola invisible de la salud mental” nos referimos a aquellos problemas de salud mental que algunas personas ya tienen, están teniendo o tendrán a causa de la pandemia, y este gran impacto que ha causado en nuestra vida cotidiana; desde aquellos que siguen haciendo trabajo remoto hasta los que realizan su trabajo de manera presencial, envolviendo, además, no sólo a adultos, sino también a niños y jóvenes. Sin embargo, tal ha sido el impacto psicológico de la pandemia del Covid-19 que muchos se han visto en la necesidad de atender su salud mental y tomar cartas en el asunto.
Caso contrario sucede con aquellos que a pesar de la necesidad se han visto influenciados por los prejuicios de la salud mental y sus especialistas. Hablar sobre la salud mental actualmente sigue siendo un tabú, la sociedad ha influido tanto en este aspecto que al necesitar un especialista nos sentimos menos y con la frase más popular: “Ir al psicólogo es de locos”, automáticamente desechamos la idea de que al igual que nuestra salud física, la salud mental es necesaria y debe ser una de nuestras prioridades.
No debemos olvidar, que ante cualquier síntoma o indicador que no sea propio de nosotros y que haya perdurado durante mucho tiempo como el miedo y angustia constante, tristeza profunda, falta aumento de apetito, entre otros; es necesario tomar un plan de acción, empezar a cuidarnos a nosotros mismos buscando espacios en donde podamos desahogarnos y valorar nuestro “tiempo afuera”, recordando siempre la importancia de tomar la decisión de ir a un especialista si así lo requerimos.
