A menudo nos cuesta desprendernos de recuerdos, personas o situaciones que significaron mucho para nosotros. O que nos hicieron daño. O incluso que nos hicieron pasar buenos momentos pero ya no están en nuestra vida. Nos aferramos, para no sentir el dolor, el miedo, o la tristeza que nos da desprendernos de aquello, que ya fue o ya pasó en nuestras vidas.
Puede ser una época concreta, una persona,( no puedo vivir sin ti, te necesito… son algunas frases que escucho a menudo) un objeto o una situación. Y en su lugar, preferimos seguir viviendo en el pasado, con esas cajas de libros, o ese recuerdo de una pareja, o esa casa familiar de la que no podemos librarnos, porque aunque queramos es superior a nosotros.
Estamos enganchados a «lo que pudo ser, y no fue» y sin quererlo seguimos atrapados en un círculo sin salida. Creamos una dependencia emocional o mental que nos ata y no nos deja vivir.
Es curioso, porque no solo nos aferramos, a personas, a cosas o incluso a situaciones, sino que también nos quedamos enganchados con nuestros pensamientos, nuestras creencias fijas sin querer cambiarlas. La dependencia es como una droga, que crea adicción, cuanto más piensas, más quieres estar con esa persona o en ese lugar.
¿Por qué no soltamos el pasado?
Los seres humanos actuamos fundamentalmente para evitar el dolor y sentir el placer. A menudo nos descubrimos buscando placer recreando en pasado: circunstancias, lugares, relaciones… en definitiva un tiempo en el que fuimos más “felices” de lo que somos ahora.
Pero ¿Qué pasa cuando cuando nos aferramos a lo malo del pasado? ¿Por qué nos cuesta soltar pensamientos recurrentes sobre aquel agravio que sufrimos o seguimos dándole vueltas y culpándonos por aquel error que cometimos?.
Nuestro cerebro está especialmente diseñado para generar aprendizajes que nos mantengan a salvo. Cuando vivimos circunstancias adversas que ponen, supuestamente, en jaque nuestra integridad, física, emocional o corporal, el cerebro hace por que esa información sea recordada y tenida en cuenta.
Es un recurso fácil e inmediato y por eso muchas veces nos volvemos adictos (literal) a ese proceso químico, aferrados a una ilusión que solo existe en nuestra cabeza. Nos aferramos a esa ilusión de un pasado recreado, pasado por nuestro filtro de creencias, a menudo idealizado, que ya no está porque el ciclo se cumplió y ya no es eso lo que nos toca vivir.
Para ser felices hay que tomar decisiones y… soltar
Si de verdad deseamos ser felices debemos ser capaces de tomar decisiones, de saber en qué y en quién deseamos invertir nuestro tiempo. Ahora bien, como ya puedes intuir, decidir implica muchas veces tener que renunciar, un ejercicio que deberá hacerse de forma consciente y madura asumiendo las consecuencias.
- Identifica esos momentos en los que te sientas fantaseando con “los buenos tiempos”. Para eso tienes que estar atento y observar tu mente, tu cuerpo y tu emoción ¿te suena? Cuando te veas en esas pregúntate, ¿qué necesidad te lleva ahí?, ¿qué echas de menos?, ¿qué circunstancias de tu presente te llevan a evadirte con eso? y empieza a tomar consciencia de ello.
- Cierra círculos, etapas, capítulos. Y eso pasa por reconocer que el ciclo se finalizó, que la cosa no da más de si y tomar la decisión de despedirte del pasado, sin más. Es ley de vida.
- Perdónate para poder perdonar. Haz lo que necesites para poder estar en paz con tu pasado. Eso mayormente pasa por perdonarte a ti primero y perdonar más allá de los razonamientos, de las circunstancias, de los juicios. Se perdona con el corazón aceptando que cada uno hace lo que puede como puede y todo forma parte de lo que la vida dispone para nuestro crecimiento.
- Agradece la experiencia. Da gracias a esas personas que formaron parte de tu vida por haber compartido esa parte del trayecto, por la vivencia que propiciaron, por todo lo que aprendiste en esas circunstancias duras o amables. Todo, absolutamente todo, ha contribuido a lo que eres hoy. La parte más útil de mirar el pasado es poder honrarlo.
En conclusión, en esta compleja pero apasionante lucha cotidiana por ser felices, todos nosotros deberíamos practicar el saludable ejercicio de soltar lo que nos pesa, amar lo que ya tenemos y ser agradecidos ante todo lo bueno, que sin duda, está por llegar.