Nuestros pensamientos están fluyendo continuamente, probablemente sin que seamos conscientes de su presencia. Podríamos llamar a esta corriente de pensamientos “diálogo interno”, ya que se trata de una conversación que mantenemos con nosotros mismos, pasando completamente desapercibida en la mayoría de ocasiones. Es habitual que se trate de pensamientos muy breves, automáticos e incontrolables. Además, en la mayoría de las ocasiones no somos muy conscientes de ellos. Se trataría de un discurso telegráfico, una palabra o una frase corta que surge de forma repentina y que cruza nuestra mente como un relámpago, siendo difícil detectarlos y comprobar su adecuación a la realidad.
Nuestras emociones son fruto de ese auto diálogo interno que viene dado por los pensamientos automáticos que se producen en nuestra mente. Debemos considerar que, estos pensamientos pueden ser completamente adecuados a nuestra realidad, o, por el contrario, pueden resultar distorsionados: falsos razonamientos, exageraciones, etc.
Cuando se trata de pensamientos distorsionados, se movilizan sentimientos que nos producen malestar, surgiendo a menudo: estado de ánimo deprimido, ansiedad, irritabilidad, apatía, etc. Es importante que tengamos en cuenta que numerosas distorsiones a través de las que vemos los acontecimientos que suceden en nuestra vida, las hemos incorporado a nuestro estilo de pensar a través de la educación que hemos recibido, de nuestros padres, de diferentes modelos, de los medios de comunicación, etc. Sea cual sea el modo de asimilación de estos pensamientos distorsionados, el primer paso para empezar a caminar hacia una vida emocional plena es identificarlas. Es decir, sacar a la luz esos pensamientos distorsionados. Es fundamental reconocer los principales errores de pensamiento que solemos utilizar en nuestros diálogos internos, como filtraje, polarización, sobre generalización, interpretación del pensamiento, visión catastrófica, personalización, falacia de control, falacia de justicia, culpabilidad, debería, razonamiento emocional, falacia de cambio, tener razón, falacia de recompensa divina y perfeccionismo.
Para poder cambiar los pensamientos distorsionados se debería de poner en práctica nuestro modo “detective” con nuestros pensamientos. Es decir, preguntarnos a nosotros mismos “¿Tienes pruebas para llegar a esa conclusión?, ¿Me lo ha dicho o lo estoy suponiendo?”. Detente un momento y piensa, lo que creo que piensa la gente es únicamente una hipótesis. Es decir, como un buen científico “deberías” comprobar esa hipótesis buscando datos o incluso preguntando a los implicados qué piensan.