Las emociones son reacciones que todos experimentamos en algún momento, como la alegría, tristeza, miedo, ira, son conocidas por todos nosotros, pero ello no quita el nivel de complejidad que poseen. Aunque todos hemos sentido ansiedad o nerviosismo en alguna circunstancia, no todos somos conscientes de que un mal manejo de estas emociones puede acarrear un bloqueo o incluso una enfermedad mental. Hay situaciones que son muy fáciles de identificar, que han producido muchas emociones al mismo tiempo, por ejemplo, el temor a perder la vida o amenaza de un resultado negativo, donde nuestra reacción fue luchar, huir, mantener la situación de alerta o paralizarnos. Otra situación identificable es cuando nos confrontamos con nuestros semejantes y reaccionamos con ira o enojo, quizá la pérdida de un ser querido generó mucha tristeza y nos hizo sentirnos empáticos con las personas que nos apoyan. La celebración de un éxito o enamoramiento genera exaltación en nosotros. El esfuerzo ante un desafío y haber resultado triunfantes, provoca satisfacción y alegría. Ante personas que necesitan de nuestra ayuda, normalmente reaccionamos de manera rápida y altruista, aun sabiendo la posibilidad de poner en riesgo nuestra seguridad. En todos los casos, estas reacciones nos ayudan a afrontar mejor esas situaciones.
Las emociones que sintamos dependerán de las circunstancias en la que nos encontramos, algunas emociones son positivas y otras negativas, pero ambas muy necesarias. Por ejemplo, la felicidad, la alegría, el interés, la curiosidad, el entusiasmo, la gratitud y el amor, son emociones positivas te hacen sentir bien. Las emociones negativas, como la tristeza, el enfado, la soledad, los celos, la autocrítica, el miedo o el rechazo, pueden ser difíciles y, por momentos, dolorosas, sobre todo, cuando sentimos una emoción negativa con demasiada frecuencia, demasiada intensidad o cuando la enfrentamos durante mucho tiempo. Sin embargo, es imposible evitar las emociones negativas. Todos las sentimos de vez en cuando. Tal vez sean complejas, pero podemos aprender a manejarlas.
Para aprender a notar e identificar nuestros sentimientos es necesario la práctica. Además de concentrarnos en nuestros sentimientos, presta atención a lo que dice tu cuerpo. Tal vez, con algunas emociones, tengamos sensaciones en el cuerpo; quizás sentimos calor en el rostro o los músculos tensos.
Una vez que hayamos procesado lo que estamos sintiendo, podemos decidir si necesitamos expresar la emoción. A veces, darnos cuenta de lo que uno siente es suficiente, pero en otros casos, queremos hacer algo para sentirnos mejor.
A veces, sin importar lo que hagamos, no podemos sacarnos de encima una emoción compleja. Si nos das cuenta de que estamos encerrados en sentimientos de tristeza o preocupación durante más de un par de semanas, o si nos sentimos tan triste que podríamos llegar a hacernos daño o hacer daño a otras personas, es posible que necesitemos algo de ayuda. Podemos hablar con un consejero de la escuela o universidad, con uno de nuestros padres, con un adulto en quien confiemos o con un terapeuta. Los consejeros y los terapeutas están entrenados para enseñarnos a combatir las emociones negativas. Pueden darnos muchos consejos e ideas que nos ayudarán a sentirnos mejor.