¿Qué entendemos por liderazgo femenino? ¿Qué es lo primero que pasa por nuestra mente cuando escuchamos este concepto? Mucha gente cree que el liderazgo femenino se basa en una alta posición en una organización o empresa. Otros piensan que las mujeres deben ser obstinadas, mandonas y varoniles para ejercer ese liderazgo. Pero, ¿qué significan realmente estos dos conceptos?
El liderazgo es un conjunto de habilidades diseñadas para influir en la forma en que otras personas piensan o actúan. Un líder tiene la capacidad de tomar la iniciativa y proponer ideas innovadoras para lograr resultados exitosos con su equipo. El término femenino se refiere al interior, la profundidad, lo que conecta, se integra y es intuitivo.
¿Por qué elegir el liderazgo femenino sobre otro tipo de liderazgo? Bueno, debido a que el estilo de liderazgo femenino es más persuasivo, y por lo general está dispuesto a asumir riesgos innovadores y concentrarse en trabajar en conjunto. Es una especie de liderazgo conciliador, abierto al diálogo y donde mujeres y niñas con características propias pueden empoderarse y orientar a un grupo de personas que están dando lo mejor de sí.
Hacia la autonomía personal
La autonomía personal es una conciencia personal que mi persona es algo valioso, no solo para uno misma, sino como tema activo en la sociedad.
Esta conciencia reconoce su autonomía personal en el ámbito de las emociones y las decisiones. Eso significa ejercer la responsabilidad personal por su cuerpo, psicología, decisiones y su propia vida en general. No cabe duda que la autonomía pasa por la propia identidad y el aprendizaje de sus relaciones con los otros y otras. Por eso, el proceso se inicia en la autoestima personal y pasa por una asertividad práctica que articula, junto con la anterior, la autonomía propia.
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Autoestima
El primer paso del empoderamiento es la construcción de la autoestima en la vida
cotidiana, sin una autoestima trabajada no es posible ser autónoma. Es el elemento principal que articula los procesos de empoderamiento. Para llegar a tener una autoestima adecuada, debemos aceptarnos tal y como somos con nuestras luces y sombras, siendo consciente de las limitaciones que podamos tener. Además, debemos amarnos con comprensión, con alegría y sin resentimientos. Esto nos permitirá ir realizando cambios permanentes que nos liberen del sentimiento de incapacidad que la lleva al miedo y a la frustración.
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Asertividad
Es adquirir la capacidad de decir las opiniones o sentimientos propios sin miedo o culpabilidad y de enunciar las propias opciones. Esta influye profundamente en las relaciones sociales, ya que las personas asertivas son más alegres, más resolutivas, interaccionan mejor con las personas que tienen alrededor. Adquieren una determinación que les hace desarrollar una autoconfianza más sólida. La clave para una asertividad sana es la empatía, es decir, ser capaces de distinguir entre lo que la persona dice y nuestras propias reacciones o juicios. En este sentido una buena empatía construye una relación asertiva donde es fácil comunicar las diferencias entre personas, respetando la heterogeneidad también en el ámbito del comportamiento.
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Autonomía personal
Autoestima y asertividad completan un proceso personal que puede situar a las mujeres en contextos de nuevas relaciones sociales y personales. En él se adquiere independencia, libertad, autodeterminación y autogobierno. Ser autónoma es ocupar un lugar en el mundo, como algo propio, necesario, desde la singularidad personal.
Hemos visto que los procesos de empoderamiento de las mujeres desencadenan liderazgos, que refuerza la participación social cotidiana, sin negar el hecho diferencial de cada mujer, en su propia subjetividad. En un futuro, no muy lejano, lograremos que el impacto de este enfoque permita que nos escuchen en todo el ámbito social y político y con ello, garantizar que los esfuerzos sean dirigidos localmente e incluyan a mujeres, hombres y jóvenes para lograr la máxima sostenibilidad.
