Hemos detenido nuestras actividades cotidianas para adaptarnos a una modalidad virtual en el que se adecuaba en las diferentes áreas de estudio y trabajo. Durante largos meses se han seguido medidas de bioseguridad con gel antibacterial, cubrebocas y caretas que fueron de ayuda para no contagiarnos, aunque eso intervino en el contacto social entre dos o más personas. Naturalmente afectó en el aprendizaje de los estudiantes como desgano emocional, tensión escolar o desconcentración en el dictado de clases. Empero, el cambio de rutina y el hábito a seguir cada día fueron autoexigentes para conseguir la comprensión.
Dentro de la preparación en los estudiantes se debe tener en cuenta el estado emocional, ya que sus sentimientos y pensamientos fueron dando un camino diferente al experimentar el cambio después de la pandemia. Debemos de procurar escuchar y atender sus dudas sea en el momento que nos pida, aunque genuinamente, cada problema presentado variará según sea la edad y el nivel que cursa. Entonces, en los primeros niveles de educación se debe de tener estructuras de información que forjen sus conocimientos, en cambio, cuando llegan al nivel secundario se cierran en conversar y conocer nuevas cosas, por esa razón, la presencialidad es un camino de ayuda para tener un contacto social entre ellos.
Por otro lado, se ha observado reacciones contradictorias al obedecer a sus padres y docentes, esto se debe por tener una imagen visual de alguien y que produzca la repetición de conductas, en otros no dejan de poner excusas cuando se trata de comparar con el de enfrente. Por lo que debemos de tener estrategias para contrarrestar esos estímulos como la respiración o juegos psicomotores para tener un mayor enfoque de su incomodidad o molestia.
Asimismo, puede influir muchas cosas que transforme la manera de actuar inicialmente y posiblemente los padres se sentirán con miedo al tener el control de sus propios hijos hasta el punto de desesperarse en que mostrarán su ira facilmente, pero cuando se nos presentan estos tipos de reacciones, procuremos pensar el porqué de su acto y escuchar lo que quiere y desee para tener la idea del presente; y no sobreactuar.
Seguramente, en los primeros días del regreso a clases los padres tendrán que reordenar sus horarios y estructura de hábitos, por esa razón, debemos de pensar en la adaptación dentro del labor que se tiene con los hijos y no se sientan desprotegidos. Ahora, eso no significa dejar los sucesos cotidianos que solíamos hacer antes de la pandemia, al contrario, nos dará fuerza para sobresalir en situaciones como estas. De igual manera, compartir con nuestros hijos o estudiantes que han perdido la esperanza de seguir el mismo ritmo de vida, porque antes nos llevaban mascarilla o no tenían que estar alejados de sus compañeros, aunque suene difícil podremos tener la capacidad de brindarles formas de que esos acontecimientos se repitan pero con seguridad.
Del mismo modo, no debemos de quitar el acompañamiento brindado en cada uno de sus días, ya que será una desventaja para nosotros; padres o docentes de poder tener la confianza nuevamente. Recordemos que es importante evaluar la parte interactiva que compartimos junto a ellos y la relación comunicativa que frecuentemente realizamos para abocarnos en un problema específico que él/ella tenga.